martes, 26 de enero de 2010

Gran Gobierno, Parenlo!

The Economist - edición impresa 21 enero 2010.
Traducción José Manuel Escobar M. Ojo: es una traducción simple y por tanto puede tener errores de interpretación, lo cual es conveniente aclarar.

El Tamaño y poder del Estado está creciendo, y el descontento se esta incrementando.

A raíz de la elección del Senado de Massachusetts, el foco de atención esta, inevitablemente, sobre lo que significa para Barack Obama. El impacto sobre el presidente demócrata de la pérdida de la sede legada por Ted Kennedy a los republicanos, sin duda, es significativo. Sin embargo, el resultado podría ser recordado como un mensaje más profundo que los murmullos dispares de un electorado de mal humor que ha perdido la fe en su líder, podria ser considerado como un gruñido de hostilidad hacia el poder creciente del Estado.

La fuerza política más vibrantes de los Estados Unidos en este momento es el “anti-tax tea-party movement”, Incluso las personas de izquierdas de Massachusetts están preocupados por el derroche de gasto que esta realizando Obama. En Gran Bretaña, donde en las elecciones es común ver una competencia por incrementos del gasto, el contexto de este año será por ver donde se realizaran cortes. Incluso en regiones históricamente estatistas como Escandinavia y el Sur de Europa, los debates que están empezando a surgir son acerca del tamaño y la eficacia del Gobierno.

Hay buenas razones, como también las hay malas, del por qué el Estado está creciendo, pero la tendencia debería ser revertida. Si lo hace, resultará sumamente difícil – sobre todo porque el Estado consigue ser más grande y poderoso, lo cual dificulta controlar la tendencia a un mayor crecimiento. Pero los electores, como en Massachusetts, eventualmente revoltosos; y con sus expresiones de votos furiosos son probablemente los que den la forma política de los próximos años

¿Cómo creció y creció?

La razón inmediata para el crecimiento del Estado es la crisis financiera. Los gobiernos han gastado miles de millones rescatar a los bancos y aplazando la depresión. En algunos países que donde el Estado ahora juega un papel importante en el sector financiero, es gracias a los rescates, el estímulo y la recesión, que la proporción del PIB, compuesto por los gastos del estado y el déficit público se ha disparado.

Pero el ascenso de Leviatán es una historia mucho más larga y más amplia. Mucho antes de AIG y Northern Rock terminó en custodia del Estado, el gobierno había estado creciendo rápidamente. Eso era especialmente cierto en Gran Bretaña y Estados Unidos, los dos países en los que "el fin de los grandes gobiernos", había sido declarada en la década de los 90s. George W. Bush elevó el gasto más que cualquier presidente desde Lyndon Johnson. El gobierno laborista británico inicialmente fue frugal con el derroche: la participación del Estado en el PIB ha aumentado del 37% en 2000 a 48% en 2008 y a 52% actualmente. En las franjas del norte de Gran Bretaña el Estado representa ahora una proporción mayor de la economía que la tuvieron los países del antiguo bloque comunistas oriental. El cambio ha sido menos espectacular en la Europa continental, pues en la mayoría de esos países el estado ya había crecido alrededor de la mitad de la economía.

La demografía es promueve el impulso del gasto del estado aún más. El envejecimiento de la población consume cada vez más atenciones en salud pública y las pensiones son cada vez más grandes. A menos que alguien tome un hacha para cortar dichos gastos, dichos derechos de la población consumirá un quinto del PIB de Estados Unidos en 15 años, comparado con el 9% actual.

El aumento de los gastos del gobierno no es la única manifestación del creciente poder del Estado. La difusión de la regulación es otra. Los conservadores tienden a culpar a la espesura cada vez mayor de normas de los superfluos órganos supranacionales, tales como la Unión Europea, y en el cada vez mayor crecimiento de la industria entrometida del sector público quienes supervisan asuntos como diversidad, salud y seguridad, ellos tienen ese accionar. Pero los votantes, incluyendo los de la derecha, exigen a menudo más intrusión del estado: testigo de la “guerrea” contra el terror y las drogas, o la propagación de las cámaras del CCTV. El Sr. Bush agregó un promedio de 1.000 páginas de regulaciones federales cada año. Estados Unidos ahora tiene un cuarto de millón de personas que idean y aplican reglas federales.

La globalización, lejos de desarticular el Estado, a menudo ha terminado impulsándolo. La precarización del trabajo entre los electores de la clase media de voto ha aumentado la demanda de redes de seguridad. Frente a las deficiencias del mercado mundial, como el cambio climático, los votantes han exigido una respuesta pública. Y el surgimiento de nuevas potencias económicas, especialmente China, ha dado una refrescante respetabilidad a la vieja noción del Estado Capitalista, cada vez más las empresas más grandes del mundo son de propiedad estatal, y cada vez más sus presupuestos de inversión son fondos de la requisa soberana.

¿Qué debería hacerse?

Muchas dificultades en si mismas se presentan para quienes deben hacer la reforma del Estado. Uno de esos peligros que se presenta es la fragilidad de la economía global. Los estímulos gubernamentales puede que sean aún necesarios para evitar una nueva caída. Pero incluso en los países más vulnerables, los Gobiernos necesitan ir planeando la retirada de fondos.

Un peligro mayor consiste en equiparar "lo más pequeño" con "lo mejor". Como los horrores en Haití demuestranr, los países necesitan un estado de un cierto tamaño para trabajar en todo, y más del gobierno puede ser bueno. The Economist, por ejemplo, siente un gran alivio de que los políticos hayan intervenido para rescatar a los bancos, ya que los riesgos de caer en una depresión eran grandes. Este periódico también apoyo al Sr. Obama en el 2008, en parte porque quería ampliar la cobertura sanitaria.

Cuánto gasta un estado a menudo importa menos que cómo se gasta. Los sistemas en los que el Estado paga y el Sector Privado provee a menudo funcionan bien. Las escuelas de Escandinavia son caros, pero son en general más eficientes que sus colegas anglo-sajón. Gran parte de la atención de salud de Francia es pagado por el Estado, pero suministrada por los hospitales privados.

Incluso donde el gran cambio es claramente necesario, la de “reinventar el Gobierno” nos muestra que no es nada fácil. Las soluciones rápidas, tales como la privatización de las empresas nacionales de telecomunicaciones, se han hecho. Se han gastado fortunas en consultores en gestión del sector público pero sin mucho que mostrar al respecto. En 1978 otro Estado americano sorprendió al mundo al rechazar el gran gobierno: el recorte de impuestos en California (Proposition 13) con lo cual se allanó el camino para el reaganismo, pero la democracia directa ha terminado por hacer que el gobierno del Estado Dorado sea peor.

En estas circunstancias, hacer reglas (o normas) duras carecen de sentido. Pero los prejuicios son todavía útiles – y los prejuicios de este periódico son busca la manera para hacer el Estado lo más pequeño posible. Eso es en parte por razones filosóficas: preferimos dar poder a los individuos, en lugar de a los gobiernos. Pero el pragmatismo también entra en juego: hay mucha presión para que el Estado crezca (los burócratas constructores de imperios, los políticos compradores de votos, los trabajadores del sector público que votan por gobiernos que prometen mayores presupuestos para el sector público) que simplemente limitan al Estado en su labor de encontrar los recortes que reduzcan su actual tamaño medio.

Y los recortes pueden ser encontrados. En el mundo corporativo, el desplazamiento de la fuerza laboral se da por una decima de la tarifa estándar. No hay razón por la que los gobiernos no pudieran hacer eso también, cuando ello es necesario. Suecia y Canadá, lo consiguieron, y dichos países siguen siendo agradable (placenteros) los países siguen siendo agradable con servicios públicos eficaces. Y con efectivos servicios públicos. Los salarios del sector público pueden ser recortados, tiendo en cuenta los tipos de trabajo: tanto en Estados Unidos como en Gran Bretaña los trabajadores del sector público están mejor pagados que los del sector privado. Las pensiones del Sector público son de lejos mucho más generosas, en comparación con las reducidas del sector privado. Los derechos (vacaciones) pueden ser reducidos, la forma más evidente sería aumentar la edad de jubilación. Y el mundo bien podría ser de un color verde, el lugar más próspero, si los diversos departamentos agrícolas del oeste desaparecieran.

The Economist volverá a tocar estos temas en los próximos meses. Todos plantean cuestiones diferentes, y diferentes países puede tener que tratar con ellos de diferentes maneras. Pero hay un gran aspecto general los une: una gran batalla por el estado se está gestando. Y como en otras influencias revolucionarias, el primer disparó puede haber sido oído en Massachusetts.